sábado, agosto 02, 2008

Fragmentos del 1481 al 1500

Hacer creer a los demás que uno es un incumplidor, que se está enganchado a un Gran Libro, o bien que ya ha acabado con su obra y ha exprimido todo lo que había que decir..., esa fué la habilidad, mitad inconsciente, mitad premeditada, de Mallarmé. ¡Qué pillería sazonada con la pura verdad esa de alzar en torno suyo una leyenda de esterilidad por exceso de exigencia! En el caso de Mallarmé, la posteridad ha aceptado escrupulosamente el retrato que él trazó sobre sí mismo. No ha cuestionado un solo instante las desproporcionadas imposibilidades que dijo haber encontrado o conocido; hasta tal extremo pertenecen ya al personaje, que lo engrandecen, por mucho que ahora sepamos que él mismo fue el autor de esa desmesura.

1481 (Pág. 179 – 5)

Escribir se ha convertido para mí en un suplicio, un imposible. Las palabras me parecen tan ajenas (a mi esencia) que no llego a tomar contacto con ellas. La ruptura es completa entre nosotros. No tenemos nada que decirnos. Si me sirvo de ellas, si las uso todavía, es para denunciarlas..., y para deplorar el abismo que se ha abierto entre nosotros.

1482 (Pág. 179 – 6)

Memnon Klage um Diotima [“Menón llorando a Diotima”, elegia de Hölderlin]
Cuando todo está perdido, la elegía hace las veces de esperanza.

1483 (Pág. 179 – 7)

Debo escribir un texto sobre la crísis de Tolstoi, durante la cual no abandonaba la idea del suicidio. ¡Qué lástima! Yo he pasado por los mismos tormentos. ¡Miseria entre las miserias! Salgo de casa porque, si me quedo, no estoy seguro de poder vencer algún tipo de resolución repentina.
¿Cómo he podido llegar hasta aquí? Pero así es, la verdad, como más o menos he vivido toda mi vida.

1484 (Pág. 180 – 1)

Toda obra es tributaria de un desconcierto. El escritor es el parásito de sus sufrimientos.

1485 (Pág. 180 – 2)

Es curioso que, con las convicciones que tengo, llegue a sacar placer de mi trabajo (¡cuando trabajo!). Nada como éste para hacernos olvidar lo esencial, es decir, aquello en lo que no necesitamos pensar si queremos emprender cualquier cosa y dejar huella.
El trabajo..., ¡divina obnubilación!
¡Si pudiera olvidar todo lo que se!

1486 (Pág. 180 – 3)


¡Si pudiera triunfar sobre mi indignación y mi rencor de los hombres! ¡Si pudiera levantarme con el desprecio!

1487 (Pág. 180 – 4)

La razón por la cual nadie ve sus defectos –y sobre todo el escritor- es la siguiente : cuando se escribe, incluso sobre cosas insustanciales, se encuentra uno preso de una fuerte excitación que fácilmente se confunde con la inspiración. Incluso para redactar una carta hace falta un mínimum de “calor”, en todo caso abandonar la indiferencia, una pizquilla de ritmo. Como nada se hace en frío, desde el momento en que llevamos a cabo cualquier cosa, nos creemos..., con talento. Nadie llega a persuadirse del vacio de lo que hace. Toda tipo de “creación” exige la participación de nuestro ser..., y no podemos concebir que algo que haya emanado de nosotros no valga absolutamente nada.

1488 (Pág. 180 – 5)

29 de agosto. A la una de la madrugada. No puedo dormir. Me duelen mis nervios contraídos. Siempre ese hormigueo [en las piernas]. Es para volverse loco. La enfermedad vela noche y día. Todo duerme, todo está en reposo..., salvo ella.

1489 (Pág. 180 – 6)

¡Si escribir una tragedia fuese tan cómodo como vivirla!

1490 (Pág. 180 – 7)

Una enfermedad especialmente terrible podría ser soportable, a condición de no ponerle un nombre.

1491 (Pág. 180 – 8)

No soy feliz más que cuando he encontrado una “formula”.

1492 (Pág. 181 – 1)

Esa mujer que vive en una soledad total, ¿qué ha ganado con ello? ¿qué la ha movido a retirarse? Nada, porque en lo que escribe imita el estilo de X que, como sabemos, vive en el mundo.

1493 (Pág. 181 – 2)

Cuando leemos una historia de las creencias, o simplemente una historia de la Iglésia, no se puede pensar sin indulgencia en los sarcarmos de Voltaire. Aunque también el mismo Voltaire era un fanático, a su manera.

1494 (Pág. 181 – 3)

Con toda certeza, si quiere estar seguro de no volver a caerse, es mejor quedarse en los alrededores del escepticismo.

1495 (Pág. 181 – 4)

Me las pinto solo para rumiar los pesares y los rencores, para hartarme de mi propia bilis e idiotizarme en el hastío.

1496 (Pág. 181 – 5)

No creo que tenga un solo organo en condiciones.

1497 (Pág. 181 – 6)

2 de septiembre. Ya está París repoblándose otra vez, vean cómo las ratas vuelven al barco.

1498 (Pág. 181 – 7)

Todos esos días en que mi cabeza no responde a mis llamadas.

1499 (Pág. 181 – 8)

Escribo un texto sobre el miedo a la muerte en Tolstoi y, como de costumbre, pienso más en mí que en el autor del que debo hablar.

1500 (Pág. 181 – 9)

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