sábado, agosto 02, 2008

Fragmentos del 1461 al 1480

Eschyle ha muerto en Gela, en Sicilia...; no sé qué aspecto tendría ese pueblo en la Antigüedad, pero en cambio ahora sí se que es el más horrible que haya visto nunca. Por su culpa me fue imposible ir a Agrigento, porque cuando iba hacia allí perdí el trasbordo y tuve que pasar la noche en Gela. Me pareció algo inconcebible.

1461 (Pág. 176 – 10) (Pág. 177 – 1)

¡Ahí tenemos los años que he estado constantemente por debajo de mí mismo!

1462 (Pág. 177 – 2)


Para secreto el de los escritores que han escrito poco.
O mejor...,
El privilegio del secreto, disfrute exclusivo de los escritores que no han escrito casi nada.

1463 (Pág. 177 – 3)

En toda originalidad, incluso la real, hay una parte de afectación.

1464 (Pág. 177 – 4)

X, que debe tener la edad de los patriarcas (seguramente más de ochenta años) me dijo, después de haber estado dos horas poniendo a escurrir a todo el mundo : “Yo no odio a nadie. Esta es la gran debilidad de mi vida”.

1465 (Pág. 177 – 5)

Si la muerte es horrible, también es y sin duda ninguna inconcebible, de ahí que al cabo de cierto tiempo consideremos feliz a cualquiera de nuestros amigos que ha dejado de vivir.

1466 (Pág. 177 – 6)

La manía española de abrir los ataudes explica más de una laguna de la historia de España. El esqueleto no es una buena puerta de entrada al mundo moderno.

1467 (Pág. 177 – 7)

No se dónde he leido estas acertadas palabras sobre Mallarmé: “Poseía la pasión de lo exquisito”.

1468 (Pág. 177 – 8)

“Soy un cobarde, no puedo soportar el sufrimiento de ser feliz” (Keats, a Fanny Brawne).

1469 (Pág. 177 – 9)

Se ha calculado en cuatro millones de años la edad de la tierra. Y pensaba esta mañana cómo sobrellevar el peso vertiginoso de otro día más a soportar.

1470 (Pág. 177 – 10)

Vuelvo a ver Munich después de veintiocho años. Durante todo este timpo no he hecho otra cosa que recordarla y embellecerla; en mi imaginación había adquirido las trazas de un paraíso perdido. Decepción total. Los estragos de los bombardeos tienen en parte la culpa. La ciudad está estropeada, es cierto..., a duras penas la he reconocido. Y sin embargo, no puedo evitar haber considerado un error la espaciada nostalgia, tan perdurable, que por ella he sentido.

1471 (Pág. 177 – 11) (Pág. 178 – 1)

Hasta hoy sólo he tenido coraje para una cosa : para no matarme.

1472 (Pág. 178 – 2)

El ser no es mi elemento. Todos mis desgracias vienen de ahí.

1473 (Pág. 178 – 3)

He tomado la decisión de no volver a montar en cólera, de soportar cualquier tipo de vejación y de no replicar más que a las injurias sutiles. Que es tanto como decir nunca.

1474 (Pág. 178 – 4)

Durante tres meses no ha fumado un sólo cigarrillo. Los dolores de garganta, el asco, ese olor aspero en la boca..., todo éso me amparaba. Estaba convencido de que esta vez sería la definitiva, que no recaería nunca más en un viejo y para mí funesto vicio que me ha estropeado el estómago para el resto de la vida. Y he aquí que hoy he estado a punto. ¡Vegüenza, vergüenza, vergüenza! La estúpida creencia de que no puedo trabajar sin estar intoxicado por el tabaco me ha hecho flaquear. Por lo tanto, me he prometido a mí mismo que, aunque deba renunciar al trabajo, no volveré a retomar tan miserable hábito. ¿De qué sirve escribir si sólo puedo hacerlo bajo los efectos de un excitante? Además el tabaco ni siquiera es éso : por el contrario, es un embrutecedor. Meses y meses sin hacer nada, y ahora que debo escribir un trabajo de encargo, me encuentro precisamente desamparado y furioso.

1475 (Pág. 178 – 5)

Debo escribir un artículo sobre Tolstoi, más bien un prefacio, y me doy cuenta de que me resulta casi imposible. Hace falta un mínimo de objetividad para poder hablar de alguien que no sea uno. Y yo ya no puedo ser objetivo con nadie : sólo puedo hablar de mí mismo. Ser objetivo no es ser imparcial, es tratar al otro como objeto..., igual que hacen los críticos. Y yo no soy capaz : trato al otro como si éste fuese yo mismo. ¿Y entonces por qué escribir un estudio o un prefacio? ¿Por qué mentir? El grado de subjetividad que he alcanzado me imposibilita incluso para la elemental mentira de exponer los datos de un problema o, en este caso, de un retrato.
Y sin embargo, tengo que hacerlo, tengo que hacerlo...

[Ciorán publicará el prefacio a La muerte de Ivan Ilitch de Tolstoi en la colección Cheminements de la Editorial Plon, que dirigió brevemente]

1476 (Pág. 178 – 6)

Siento horror por las obligaciones, sin embargo todo mi mal humor se debe al hecho de que escamoteo las mías. No se falta al propio deber impunemente, ni se abandona un proyecto tras otro sin sufrir ciertas lamentables consecuencias. Mi morosidad no es en el fondo más que la suma de esos abandonos : por medio de ella se vengan de mí todos esos proyectos que no quieren morir.

1477 (Pág. 179 – 1)

A los veinte años estuve a dos dedos del suicidio; después eso cambió..., y no porque durante treinta largos años no haya dejado de seguir planeandolo y al mismo tiempo de soñar con ello seriamente, sino porque, al fin y a la postre, un no-se-qué indefinido me ha convencido de que soy incapaz de cometerlo. Tengo miedo de que ese algo, esa “voz”, no se haya callado del todo todavía; al menos, desde hace algún tiempo, la escucho cada vez menos.

1478 (Pág. 179 – 2)

Me he comprometido ya tanto con la vida que no haría falta nada para que se me transmutara en Dios.

1479 (Pág. 179 – 3)

Mi pasión por el atajo me impide escribir, porque escribir es desarrollar.

1480 (Pág. 179 – 4)

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