Esta mañana, en una estación de metro, un ciego -éste sí de verdad, estoy seguro-, extendía la mano..., y había en su actitud, en su rigidez, algo que helaba, que cortaba la respiración. Nos contagiaba su ceguera.
1441 (Pág. 175 – 1)
¡Potencias del Cielo, ayudadme a no disolverme, impedid que desaparezca ante mis propios ojos, evitad que asista como espectador a mi propia ruina y que, por contra, pueda combatirla o, al menos, asumirla por entero, que me precipite en ella sin arrepentimiento!
1442 (Pág. 175 – 2)
Ya he señalado que la “inspiración” no me viene más que cuando debo ir a una cita... Siempre tengo la sensación de estar desperdiciando la ocasión de convertirme en un genio.
1443 (Pág. 175 – 3)
El sabio no escribe cartas.
1444 (Pág. 175 – 4)
Primera condición de una sociedad perfecta : poder matar a todos a quienes se detesta.
1445 (Pág. 175 – 5)
Toda prosa de acento mallarmeano es ilegible..., al cabo de las tres frases.
1446 (Pág. 175 – 6)
Lo más hermoso de los grandes ambiciosos es que llevan a cabo casi siempre lo contrario de lo que pretenden.
1447 (Pág. 175 – 7)
Se suele ser bastante más franco en una conversación que en un libro. Y por ello es infinitamente más importante tratar a un escritor que leerlo.
1448 (Pág. 175 – 8)
Cuando se sufre el horror de sufrir representa un plus de sufrimiento (o un sufrimiento de más).
1449 (Pág. 175 – 9)
Lo más difícil del mundo es hablar de uno sin exasperar al prójimo. Una confesión sólo es tolerable cuando el autor se disfraza de pobre diablo.
1450 (Pág. 175 – 10)
Nadie nos perdona haber sido sincero de frente..., o mejor: de haber osado ser sincero de frente.
Decir la verdad a la cara es una indelicadeza, algo así como arrogarse una superioridad sobre él.
“Nada os autoriza a ser sincero conmigo”...
“¿Con qué derecho me tira Vd. la verdad a la cara?”
1451 (Pág. 175 – 11)
... ése santo cuyo ángel trabaja la tierra, a fin de que no tenga que suspender su oración.
1452 (Pág. 176 – 1)
Todo el secreto de la vida consiste en dedicarse a las ilusiones sin saber que lo son. En cuanto que las conocemos como tales, el encanto está roto.
1453 (Pág. 176 – 2)
Un hombre llamado a creer o simplemente a cualquier cosa que se le diga, no se pregunta todo el tiempo acerca de sus facultades, de su naturaleza o sus límites. Se lanza.
1454 (Pág. 176 – 3)
Despellejarse de sus ilusiones, de tanto atentar contra su propio ser.
1455 (Pág. 176 – 4)
16 de agosto. Regreso de Austria (Zell am See et la Salzkammergut) [Nombres de dos regiones austríacas]. Unterach am Attersee.
1456 (Pág. 176 – 5)
Desde hace dos semanas no escribo una sola línea. Por lo demás, si me digo todavía “escritor” es por impostura y por necesidad de dotarme de una “profesión”.
1457 (Pág. 176 – 6)
Durante las vacaciones he estado en Thumersbach, cerca de Zell am See. Una noche me levanté sobresaltado, hacia las 4 de la madrugada, con la sensación..., con la certeza de que había despertado para siempre, y de que en adelante no volvería a tener sitio en el mundo de los sueños.
1458 (Pág. 176 – 7)
17 de agosto de 1963. He dejado de fumar hace más de dos meses, sin sufrimiento alguno y sin sentir el menor deseo de reincidir. Pero desde ayer esa buena disposición ha cesado y lucho desesperadamente por no reanudar un hábito que me resulta funesto (el estómago, la garganta..., ay, destrozados por culpa del tabaco). Me había jurado a mí mismo no volver a fumar nunca más. Y heme aquí ahora a punto de recaer. ¡Qué penosa agonía!
1459 (Pág. 176 – 8)
Siento la más grande indulgencia y conmiseración por los alcoholicos, los drogadictos y los ansiosos. Los vicios emanan de nuestras profundidades..., son nosotros mismos. No sabríamos combatirlos sin destruirnos.
1460 (Pág. 176 – 9)
1441 (Pág. 175 – 1)
¡Potencias del Cielo, ayudadme a no disolverme, impedid que desaparezca ante mis propios ojos, evitad que asista como espectador a mi propia ruina y que, por contra, pueda combatirla o, al menos, asumirla por entero, que me precipite en ella sin arrepentimiento!
1442 (Pág. 175 – 2)
Ya he señalado que la “inspiración” no me viene más que cuando debo ir a una cita... Siempre tengo la sensación de estar desperdiciando la ocasión de convertirme en un genio.
1443 (Pág. 175 – 3)
El sabio no escribe cartas.
1444 (Pág. 175 – 4)
Primera condición de una sociedad perfecta : poder matar a todos a quienes se detesta.
1445 (Pág. 175 – 5)
Toda prosa de acento mallarmeano es ilegible..., al cabo de las tres frases.
1446 (Pág. 175 – 6)
Lo más hermoso de los grandes ambiciosos es que llevan a cabo casi siempre lo contrario de lo que pretenden.
1447 (Pág. 175 – 7)
Se suele ser bastante más franco en una conversación que en un libro. Y por ello es infinitamente más importante tratar a un escritor que leerlo.
1448 (Pág. 175 – 8)
Cuando se sufre el horror de sufrir representa un plus de sufrimiento (o un sufrimiento de más).
1449 (Pág. 175 – 9)
Lo más difícil del mundo es hablar de uno sin exasperar al prójimo. Una confesión sólo es tolerable cuando el autor se disfraza de pobre diablo.
1450 (Pág. 175 – 10)
Nadie nos perdona haber sido sincero de frente..., o mejor: de haber osado ser sincero de frente.
Decir la verdad a la cara es una indelicadeza, algo así como arrogarse una superioridad sobre él.
“Nada os autoriza a ser sincero conmigo”...
“¿Con qué derecho me tira Vd. la verdad a la cara?”
1451 (Pág. 175 – 11)
... ése santo cuyo ángel trabaja la tierra, a fin de que no tenga que suspender su oración.
1452 (Pág. 176 – 1)
Todo el secreto de la vida consiste en dedicarse a las ilusiones sin saber que lo son. En cuanto que las conocemos como tales, el encanto está roto.
1453 (Pág. 176 – 2)
Un hombre llamado a creer o simplemente a cualquier cosa que se le diga, no se pregunta todo el tiempo acerca de sus facultades, de su naturaleza o sus límites. Se lanza.
1454 (Pág. 176 – 3)
Despellejarse de sus ilusiones, de tanto atentar contra su propio ser.
1455 (Pág. 176 – 4)
16 de agosto. Regreso de Austria (Zell am See et la Salzkammergut) [Nombres de dos regiones austríacas]. Unterach am Attersee.
1456 (Pág. 176 – 5)
Desde hace dos semanas no escribo una sola línea. Por lo demás, si me digo todavía “escritor” es por impostura y por necesidad de dotarme de una “profesión”.
1457 (Pág. 176 – 6)
Durante las vacaciones he estado en Thumersbach, cerca de Zell am See. Una noche me levanté sobresaltado, hacia las 4 de la madrugada, con la sensación..., con la certeza de que había despertado para siempre, y de que en adelante no volvería a tener sitio en el mundo de los sueños.
1458 (Pág. 176 – 7)
17 de agosto de 1963. He dejado de fumar hace más de dos meses, sin sufrimiento alguno y sin sentir el menor deseo de reincidir. Pero desde ayer esa buena disposición ha cesado y lucho desesperadamente por no reanudar un hábito que me resulta funesto (el estómago, la garganta..., ay, destrozados por culpa del tabaco). Me había jurado a mí mismo no volver a fumar nunca más. Y heme aquí ahora a punto de recaer. ¡Qué penosa agonía!
1459 (Pág. 176 – 8)
Siento la más grande indulgencia y conmiseración por los alcoholicos, los drogadictos y los ansiosos. Los vicios emanan de nuestras profundidades..., son nosotros mismos. No sabríamos combatirlos sin destruirnos.
1460 (Pág. 176 – 9)
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