sábado, mayo 24, 2008

Fragmentos del 1381 al 1400

¡La decadencia de tanta gente notable en torno a nosotros! Sobreviven porque todo espíritu que cuenta se sobrevive a partir de cierto momento. Cuando se admira a alguien apasionadamente habría que hacerle el favor de asesinarle.

1381 (Pág. 169 – 3)

Las mujeres sobresalen en el arte de exagerar sus penas.

1382 (Pág. 169 – 4)

No existe la pena límite.

1383 (Pág. 169 – 5)

Quisiera retirarme a cualquier parte y escribir una larga meditación sobre la plegaria, que yo entiendo como el drama de no poder rezar.

1384 (Pág. 169 – 6)

Se dice en el Zohar : “Todos los que hacen el mal en este mundo han comenzado ya en el cielo a alejarse de lo Santo, cuyo nombre es bendito; se han acercado a la entrada del abismo y se han adelantado al tiempo en que debían descender sobre la tierra. Tales fueron las almas antes de nacer entre nosotros” (en Franck, La Kabbala, p. 183).

1385 (Pág. 169 – 7)

Sólo hay alegría en la inocencia, allí donde el hombre es particularmente incapaz y está perdido para siempre.

1386 (Pág. 169 – 8)

Por fuerte que sea nuestro deseo de anonimato, no nos gusta sin embargo que se deje de hablar de nosotros del todo. Anhelamos un olvido perfecto, pero si realmente nos lo otorgaran, a duras penas nos acomodaríamos a él.

1387 (Pág. 169 – 9)

Sería ridículo considerar como tiempo perdido todos esos siglos durante los cuales el hombre se ha esforzado por encontrar una definición de Dios.

1388 (Pág. 169 – 10)

Sólo los espíritus obtusos están provistos de voluntad.
O mejor:
La voluntad es patrimonio de los espíritus obtutos.
No puedo imaginar un animal idiota.
Ha pasado la edad en que se mata.

1389 (Pág. 169 – 11)

Leo la autobiografía de Ignacio de Loyola. El personaje es tan extraordinario que entran ganas de hacerse jesuíta.

1390 (Pág. 170 – 1)

Devenir modesto por fatiga, por falta de curiosidad...

1391 (Pág. 170 – 2)

Cuando el alma está enferma es difícil que la cabeza esté intacta.

1392 (Pág. 170 – 3)

Los demás, muy afortundamente, ignoran lo bien y lo mal que pensamos de nosotros.

1393 (Pág. 170 – 4)

Mi cobardía ante la vida es congénita : siempre he sentido auténtico pavor a todo tipo de responsabilidad, fuese la que fuese..., un horror instintivo hacia todo lo que no me incumbe directamente. Lo contrario de un “jefe”. Y si, de joven, me sentía celoso de Dios, ¿no sería porque Dios, al estar por encima de todo, se me pintaba como la Irresponsabilidad en toda su pureza?

1394 (Pág. 170 – 5)

Mientras haya un dios puesto en pie, la mancha del hombre no habrá desaparecido.
Misión maldita.

1395 (Pág. 170 – 6)

Se dirá lo que se quiera, pero es imposible vivir sin ninguna esperanza. Todos conservamos siempre una, a nuestras espaldas, y esa esperanza inconsciente compensa todas aquellas otras que hemos rechazado o perdido.

1396 (Pág. 170 – 7)

Siempre se paga por todo esfuerzo realizado. Sólo quienes se abstienen no pagan por nada.

1397 (Pág. 170 – 8)

22 de junio de 1963.
Llevo prácticamente seis semanas sin fumar un solo cigarrillo ni leer la prensa. Una cura de desintoxicación más eficaz que la estancia en un convento.

1398 (Pág. 170 – 9)

Un domingo espléndido..., y yo sumergido en pensamientos fúnebres.

1399 (Pág. 170 – 10)

Existir se agota en el placer de no pensar en nada. Ser un objeto que contempla : así de simple.

1400 (Pág. 170 – 11)

No hay comentarios: