jueves, enero 31, 2008

Fragmentos de 1181 al 1200

Cada vez es mayor la cantidad de libros ilegibles que me encuentro [en las librerías]. Vendrá un día en que no podré leer nada, en que tendré que contentarme con mirar.

1181 (Pág. 148 – 6)

Esta tarde he ido a una cita “de negocios” con la idea de ser claro, nítido, tajante. Se trataba de negociar mi dimisión como director de la colección Plon. Como era de esperar, he vacilado, dudando entre el sí y el no, y he salido de allí sin haber tomado una resolución. Soy incapaz de tomar una decisión delante de nadie, mirandole a la cara. Cualquiera me hace perder las maneras.

1182 (Pág. 148 – 7)

Todo momento que no se pasa cara a cara con uno mismo es tiempo perdido.

1183 (Pág. 148 – 8)

Liquidar, esa es mi manía, mi vicio. ¡Y con qué voluptuosidad me aplico! ¡Y qué regusto amargo después!

1184 (Pág. 148 – 9)

Cuando uno ya no puede pensar más que en su infancia, es entonces cuando se cierra el ciclo vital.

1185 (Pág. 148 – 10)

Cuanto más nos atormenta la muerte, más deseamos la gloria. La idea de la vanidad universal es un acicate.

1186 (Pág. 148 – 11)

“Aquel que es Dios por naturaleza se entretiene con aquellos que Él ha hecho dioses por la gracia...” (San Simeón, el Nuevo Teólogo).
Toda la esencia de la mística cristiana está ahí.

1187 (Pág. 148 – 12)

5 de marzo de 1963. Ayer tarde escuché la Pasión según San Juan con una alegría cercana al éxtasis. Ya en la calle, en contacto con la inmundicia, con lo cotidiano, me preguntaba si las tres “sublimes” horas precedentes no habrían sido una alucinación. Y, sin embargo, esos instantes me habían dado a la vez la certidumbre y la emoción de la suprema realidad.

1188 (Pág. 149 – 1)

Aquel que posee el sentido del tiempo sufrirá menos que quien se le resiste, que a quien le sobrepasa su fragilidad. Salvo raras excepciones, casi todos los adeptos de la forma tienen una conciencia aguda de la futilidad universal, de la nada de los actos y de la vida como tal. Y por resistirse a lo que toda cosa posee de sólido, de duradero, es por lo que apuestan por las palabras y se sirven de ellas.
El gusto por la perfección deja entrever alguna herida secreta. Cuanto más nos afecta el tiempo, más queremos escapar de él. Escribir una página irreprochable, una frase solamente, nos coloca por encima de las imperfecciones del devenir. Triunfamos sobre la muerte por medio de la obsesión por la perfección, por la busqueda apasionada de lo indestructible a través del verbo, a través del símbolo mismo de la caducidad.

1189 (Pág. 149 – 2)

La vida cumple todas las condiciones exigidas por lo Insoluble.

1190 (Pág. 149 – 3)

Un entierro representa a la vez el triunfo y la ruina de toda metafísica.

1191 (Pág. 149 – 4)

Nos está permitido reflexionar sobre cualquier cosa, ¡salvo sobre la vida y la muerte, esas banalidades devastadoras!

1192 (Pág. 149 – 5)

Filosóficamente, la libertad es apenas concebible: como idea, además, es superficial.., no se tiene en pie. Como creencia es profunda, e ilegítima.

1193 (Pág. 149 – 6)

En un libro gnóstico, el Evangelio según San Tomás, tropecé ayer antes de acostarme con las siguientes palabras: “Jesus dijo: ¡Maldita esa carne que depende del alma y maldita esa alma que depende de la carne!”
Impresión extraordinaria, que me hizo perder el sueño.

1194 (Pág. 149 – 7)

Se habla de las enfermedades de la voluntad y se olvida que en si misma la voluntad es una enfermedad, que sólo es una facultad postiza del querer.

1195 (Pág. 150 – 1)

Yo miro a través de los conceptos, tanto los detalles más mezquinos como los más raros. De ahí mi inaptitud para la poesía.

1196 (Pág. 150 – 2)

Excitación de fin del mundo. ¿De qué sirve haber leido a todos los sabios? Moldearse con la materia, tomarla como ejemplo, imitar su calma..., bien que me gustaría reducirme a eso, pero no lo consigo.

1197 (Pág. 150 – 3)

Pienso en todos aquellos que han triunfado -a los que conozco directamente- y que ninguno haya alcanzado el tipo de gloria que esperaba. ¿Es una ley? ¿Un ardid de la naturaleza? Ninguno ha encontrado el destino con el que soñó; y cuanto más lo ansiaba, menos se acercó. El reino de la ironía universal.

1198 (Pág. 150 – 4)

Si algo valgo es únicamente porque no hago nada por dar todo lo que llevo dentro.

1199 (Pág. 150 – 5)

Una flor es una plegaria callada. Igual puede decirse de todo aquello que no sirve para nada, de la inutilidad de uno mismo.

1200 (Pág. 150 – 6)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

1193: creo que es "en un libro gnóstico".

Jorgewic dijo...

Efectivamente, querido amigo. Gracias por el aviso y un saludo.