lunes, enero 21, 2008

Fragmentos del 1161 al 1180

La “buena” gente, los generosos que se desviven por los demás, son casi siempre unos vanidosos, unos jactanciosos simpáticos y entrañables.
La bondad es una forma peculiar de vanidad y de jactancia.
La bondad es una versión noble de la vanidad y la jactancia.

1161 (Pág. 146 – 8)

El papel del insomnio en la historia. De Calígula a Hitler. ¿Ha sido la imposibilidad de dormir la causa o la consecuencia de su crueldad? El tirano vela, ése es el término cabal.

1162 (Pág. 146 – 9)

Todo lo que hacen los demás, igual que lo que yo hago, para mí, me parece innecesario. De ahí que todo acto me pese y que “vivir” me resulte un suplicio.

1163 (Pág. 146 – 10)

Escribir es proclamar que algo carece de relaciones con el ser.

1164 (Pág. 147 – 1)

Acabo de terminar un artículo sobre la gloria, que no vale nada. ¡Vaya una idea abordar semejante tema! ¿A santo de qué me habrá dado por hablar de ello? Todo esto es una estupidez.

1165 (Pág. 147 – 2)

Quienquiera que haya sido un idolo, a poco que lo parezca, está condenado a envejecer.
El éxito es la muerte del espíritu.

1166 (Pág. 147 – 3)

Mi pais: encanto, vulgaridad y desolación.

1167 (Pág. 147 – 4)

He leido en una Historia de Inglaterra un retrato de Guillermo el Conquistador, que me ha entusiasmado enormemente. Amaba tanto a las bestias salvajes que no se atrevian a dispararles en su presencia. Por el gusto de verlas se paseaba por bosques espesos y sombríos. Detestaba a los hombres, hablaba poco y no perdonaba a nadie.

1168 (Pág. 147 – 5)

He hecho voto de soledad.

1169 (Pág. 147 – 6)

Cuanto más despiertos estamos es cuando percibimos la parte de vacio que tienen todas las cosas.
O mejor: Estar despierto es percibir la zona de vacío que poseen todas las cosas.

1170 (Pág. 147 – 7)

La vida es como un texto ya muy trabajado que quisieramos mejorar aún más, sin lograrlo, porque de puro exceso no admite ni una sola coma más. Lo bonito es saberlo insuficiente e incompleto, no encontrar nada capaz de empañarlo.

1171 (Pág. 147 – 8)

Lo cierto del escepticismo es que, una vez lo conocemos, cualquier esfuerzo que hagamos para descolgarnos de él, nos conduce a volver caer indefectiblemente. Es una enfermedad cíclica.

1172 (Pág. 147 – 9)

Alguien dijo que solamente dos cuestioens me atormentan : Dios y el estilo.

1173 (Pág. 147 – 10)

Si hubiera podido relacionarme de una forma sincera con los demás, seguramente me hubiera abstenido de la idea de Dios.

1174 (Pág. 147 – 11)

Nacimiento, matrimonio, funeral..., ¿porqué los acontecimientos irreparables siempre suscitan sentimientos falsos?

1175 (Pág. 147 – 12)

26 de febrero de 1963.
Soy distinto de mis sensaciones. ¿Cómo?

1176 (Pág. 148 – 1)

Dos días perdidos en conversaciones, y ese acostumbrarse a mi nulidad.

1177 (Pág. 148 – 2)

Lo que me interesa es ver hasta que punto puedo disociarme del mundo.

1178 (Pág. 148 – 3)

El otro día encontré en el autobus a un joven escritor de vanguardia (¡), que me reprochaba no ser revolucionario, no querer innovar en nada y, en suma, no aportar nada nuevo. “Pero es que yo no quiero cambiar nada de nada”, le dije. No comprendió mis intenciones. Me ha tomado por un modesto.

1179 (Pág. 148 – 4)

Siempre me han gustado los dioses agonizantes, las religiones abandonadas, sin porvenir, exterminadas por acorralamiento. De ahí mi pasión por Celsius.

1180 (Pág. 148 – 5)

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