sábado, octubre 28, 2006

Fragmentos del 641 al 660

Qué error cometí al responder a las cartas de Dinu [Constantin Noica, familiarmente “Dinu”, 1909-1897, filósofo amigo de Cioran; publicó en 1991 en Francia, en Criterion, “Seis enfermedades del espíritu contemporáneo” y, con Cioran, “El amigo lejano”, también en 1991. La correspondencia que mantuvo con Cioran le valió ser condenado a 25 años de prisión en Rumanía]. Le escribía..., por piedad de su soledad, y también por un deber de amigo. Sin saberlo, he armado a sus enemigos y contribuido a su ruina.

641 (Pág. 81 – 3)

El Maestro Eckhart: “Si posees una firme voluntad y sólo el poder te fuese negado, en la contemplación de Dios estarás totalmente realizado”.

642 (Pág. 81 – 3)

Este tiempo que pasa, que se deshilacha ante mi mirada, y que no lleno con nada como no sea con mi remordimiento..., el remordimiento de no hacer nada. La desgarradora consciencia de mi inutilidad es mi único contenido positivo.
El trasfondo de mi remordimiento..., una mezcla de miedo y vergüenza.

643 (Pág. 81 – 4)

El empeño de Lucrecio por demostrar que el alma es mortal, el encono de Lutero contra la libertad..., habría que buscar qué razones hay por debajo. Voluntad de autodestrucción, apetito de humillación. Adoro toda forma de violencia contra uno mismo.

644 (Pág. 81 – 5)

Oído en el mercado. Dos viejas marujas en el momento en que están despidiéndose, una de ellas dice a la otra: “Para estar tranquila, no hay que salirse de la vida normal”.

645 (Pág. 81 – 6)

En Saint-Severin, un coro italiano canta la Missa Brevis de Palestrina y las admirables Lamentations de Jérémie de Cavalieri.
Cómo me conmueve esta música del siglo XVI. Y entonces mi atención se relaja un instante, justo lo suficiente para recordar que es preciso que abofetee a X... Ya he hecho notar que la mayoría de mis emociones son puras, pues no suscitan en mí por instinto más que envidias ridículas, horrorosas e innombrables. Y al final de todo siempre, la consabida vergüenza.

646 (Pág. 81 – 7)

Una extraña sensación en una vieja iglesia: ¿dónde habrán ido todas las plegarias allí depositadas durante siglos? Es terrorífico pensar que no hayan servido para nada a quienes las dijeron, a sus espíritus y ansiedades.

647 (Pág. 82 – 1)

No se acerca a la esencia del Tiempo más que quien sabe desperdiciarlo. El hombre sin utilidad alguna.

648 (Pág. 82 – 2)

Diferir el encuentro con lo irreparable.

649 (Pág. 82 – 3)

4 de abril de 1962.
Sé que la tristeza es un pecado; pero nada puedo hacer, no encuentro la forma de defenderme de ella y superarla. Además, cuando viene sin razón aparente se alimenta de sí misma, bebe de sus propias fuentes. A decir verdad, no es un pecado..., sino un vicio. ¿Será el resultado de una costumbre? ¿Y si estoy predestinado a esa costumbre?

650 (Pág. 82 – 4)

Todo lo que pienso, todo lo que escribo está impregnado de una terrible monotonía. No sabría ser de otra forma: la idea de que hemos sido todos proyectados a un universo fallido vuelve a mí como una obsesión.

651 (Pág. 82 – 5)
En mi caso toda posibilidad de estar triste deviene en tristeza

652 (Pág. 82 – 6)

Resulta significativo que uno de los enemigos más virulentos de Buda fuese alguien que le conoció bien, algo así como un amigo de la infancia. ¿Cómo admitir la gloria (y, con mayor razón, la santidad) en alguien que era tan desconocido como nosotros?

653 (Pág. 82 – 7)

Poseo todos los defectos de los hombres, y por tanto todo lo que ellos hacen me resulta incomprensible.

654 (Pág. 82 – 8)

“Aunque todas las montañas estuvieran en los libros, y todos los lagos en el tintero, y todos los árboles en las plumas, nada de esto sería suficiente para describir todo el dolor del mundo” (Jakob Böhme).

655 (Pág. 82 – 9)

Estoy sólo en la terraza, extasiado al sol; de golpe, la idea de que todo acaba sobre la tierra, en plena podredumbre, me deja helado. La muerte es inadmisible.
La inconveniencia de morir...

656 (Pág. 82 – 10)

Por contemplar las cosas según la naturaleza, el hombre ha estado viviendo volcado únicamente hacia el exterior. Para mirar en sí mismo, necesita cerrar los ojos, renunciar a la acción, salir de la corriente... Lo que se llama “vida interior” es un fenómeno tardío, posible únicamente gracias a una atenuación sistemática de nuestras funciones vitales, de suerte que el “alma” no ha podido surgir más que a expensas de nuestros órganos.

657 (Pág. 83 – 1)

Mi fuerza consiste en no haber encontrado respuesta a nada.

658 (Pág. 83 – 2)

¡A decir verdad, yo no hubiera podido ser feliz en otra civilización y en otra época más que en la India, durante el tiempo de los vedas, etc., etc., en China, en Japón!
Hay en mi un sustrato oriental que encuentro cada vez que me canso del intolerable mundo moderno.
El Oriente, ese universo intemporal, esa provincia absoluta..., objeto de todos mis nostalgias.

659 (Pág. 83 – 3)

Llevo exactamente tres meses volviendo a posponer sucesivamente para el día siguiente el comienzo de un trabajo preciso. Pero es que realmente no puedo empezar. He desaprendido a escribir, y todas las palabras me rehuyen. Estoy fuera de las lenguas, de todas las lenguas.

660 (Pág. 83 – 4)

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