domingo, septiembre 17, 2006

Fragmentos del 581 al 600

La civilización sería inmunda, si no estuviera condenada.

581 (Pág. 74 – 6)

Pese a las reservas que abrigo frente al creyente cristiano, no puedo negar que en un punto –capital donde los haya- tiene razón: el hombre no es dueño de su destino, y si por él tiene que justificarlo todo, no puede hacerlo. Cada vez más se abre camino en mi espíritu la idea de una providencia maldita; y a ella hay que recurrir si se quiere comprender la desconcertante trayectoria del hombre

582 (Pág. 74 – 7)

Ha dejado de escribir: no tiene nada que esconder.

583 (Pág. 74 – 8)
El patrimonio de un escritor son sus secretos, sus derrotas clamorosas e inconfesables; y la fermentación de sus vergüenzas es la prueba de su fecundidad.

584 (Pág. 74 – 9)

17 de julio de 1961.
He pasado la mañana preguntándome si habrá habido locos en mi familia, entre mis más lejanos ancestros...

585 (Pág. 74 – 10)

Todo el “misterio” de la vida reside en tenerle apego, en esa obnubilación casi milagrosa que nos impide discernir nuestra precariedad de nuestras ilusiones.

586 (Pág. 75 – 1)

Todas las naciones occidentales..., esos cadáveres opulentos.

587 (Pág. 75 – 2)

Ha sido Sieyès, si no me equivoco, quien ha dicho que hace falta estar borracho o loco para creer que puede expresarse lo que uno es en una lengua conocida.

588 (Pág. 75 – 3)

De entre los escritores sólo puedo leer a los grandes enfermos: sus males iluminan cada una de sus páginas, cada línea. Me gusta la salud querida, no la salud hereditaria o adquirida.

589 (Pág. 75 – 4)

Cuando escribo, si dejo de atacar y maldecir, me aburro y dejo la pluma.
A veces me pregunto si, dejando a un lado mis frenesíes, existo realmente. Si éstos me abandonaran, vegetaría y estaría tirado como un trapo.

590 (Pág. 75 – 5)

He leído un número apreciable de memorias sobre el estado de cosas antes de la Revolución: todos esos libros me convencieron de que era tan necesaria como inevitable. Poco después he leído tanto sobre la Revolución misma, que la he execrado..., con pesar.

591 (Pág. 75 – 6)

Todo lo que me da miedo me estimula.

592 (Pág. 75 – 7)

Muerte de N. J. H. - Resulta imposible “asimilar” la muerte de un amigo. Es una noticia terrible que se queda fuera de nuestra mente, que no puede entrar..., pero que lentamente se insinúa a nuestro corazón, como una pena inconsciente.

593 (Pág. 75 – 8)

Cada muerte vuelve a ponerlo todo en cuestión, obligándonos a replantear y como a recomenzar nuestra vida.

594 (Pág. 75 – 9)

Los Españoles tienen corazón, como todos los pueblos crueles...

595 (Pág. 75 – 10)

La increíble indiscreción de la muerte...

596 (Pág. 75 – 11)

La creencia en la irrealidad del mundo no acaba con el miedo.

597 (Pág. 75 – 12)

Para algunos, entre los que me cuento, alejarse de España es como enajenarse.

598 (Pág. 76 – 1)

Siento en mí la nostalgia de ciertas cosas que no se encuentran en la vida, ni en la muerte tampoco, como un deseo que nada aquí abajo puede saciar..., excepto la música, en esos momentos en que evoca los desgarros de otro mundo.

599 (Pág. 76 – 2)

Este universo desperdiciado, veo su reflejo en esa mezcla de duda y ensueño que adorna algunos de mis momentos. ¿Cómo pudieron unirlos en una misma alma los escépticos griegos y los románticos alemanes? Atormentarse en medio de aporías líricas...

600 (Pág. 76 – 3)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,

quisiera a felicitar al autor de esta generosa iniciativa de traducción de los cuadernos de Cioran, al permitirnos a aquellos que no dominamos la lengua francesa el poder leerlos en su totalidad, subsanando así el desacierto de aquella edición mutilada que fue publicada en nuestro país. Reconozco que valdría el esfuerzo de mejorar mi francés aunque sólo fuera para poder leer al asombroso Cioran, pero como él mismo afirmó en más de una ocasión, la lengua para la que estaba hecho como escritor y pensador era el español, y yo creo también que está hecho especialmente para ser leído en ella.

Un saludo.