sábado, septiembre 02, 2006

Fragmentos del 541 al 560

Encuentro hermoso lanzarse fuera, un golpe de sangre basta para tirarme.

541 (Pág. 70 – 2)

Leo una biografía de Marat. Qué error pensar que la de los “poseídos” es una peculiaridad rusa.

542 (Pág. 70 – 3)

Nadie como yo ha colocado tan alto la Indiferencia. Tan apasionada y frenéticamente aspiré a ella, que cuanto más la deseaba y requería, más se me alejó. Eso es lo que ocurre cuando se tiene un ideal en las antípodas de lo que uno es. Para lograr mis fines, equivoqué indefectiblemente los medios y el método, tomando en todo momento el rodeo más largo y complicado.

543 (Pág. 70 – 4)

Nuestras oraciones reprimidas se convierten en sarcasmos.

544 (Pág. 70 – 5)

Cuando se es un inadaptado ante la Indiferencia, no se puede vivir sin implorar. El alma es una eterna crucificación.

545 (Pág. 70 – 6)

5 de mayo de 1961. En la biblioteca del Instituto Católico, leía un libro de Pierre de Labriole. De repente..., todo se desvanece en torno y me veo sumergido en pleno “amok” en marcha.

546 (Pág. 70 – 7)

Mi total desapego con respecto al mundo..., ni siquiera me queda el consuelo o la escapatoria de creer que se debe al orgullo. No, deriva de todo lo que soy..., y de todo lo que no soy.

547 (Pág. 70 – 8)

Mi gusto tiende a los atajos, a las formas recogidas, a las inscripciones funerarias de la Antología.

548 (Pág. 70 – 9)


No soy un escritor, nunca encuentro las palabras adecuadas a lo que me acucia, a lo que soporto, El “talento” es la capacidad de colmar el intervalo que separa una dura prueba y el lenguaje. Para mí ese intervalo está ahí, de par en par, imposible de colmar o escamotear. Vivo en una tristeza automática, soy un robot elegíaco.

549 (Pág. 70 – 10)

Para mí la negación nunca es la salida a un razonamiento, pero, por una especie de desolación primordial, los argumentos llegan después, por el establo. Todo no es inicialmente un no sangriento.

550 (Pág. 70 – 11)

Lady Macbeth, la Brinvilliers..., dos mujeres que me gustan. Hay en los momentos de profunda cólera no se qué nostalgia de la crueldad.

551 (Pág. 71 – 1)

27 de mayo de 1961. El Requiem de Mozart. Un soplo del más allá. ¿Cómo creer, después de similar audición, que el universo no tiene algún sentido? Es preciso que tenga alguno. Que tanta sublimidad se resuelva en la nada, el corazón, al igual que el entendimiento, se resiste a creerlo. Cualquier cosa debe existir en alguna parte, este mundo debe contener al menos una brizna de realidad. Una embriaguez de lo posible que corrige la vida. Tememos la recaída y el regreso de saber amar.

552 (Pág. 71 – 2)

No puedo escribir sin apasionamiento..., y sin embargo rehuyo las pasiones. Mi encarnizamiento con la Indiferencia me reduce a la esterilidad.

553 (Pág. 71 – 3)

Conforme vislumbro una certidumbre, miles de dudas se perfilan en el horizonte, recubriéndola y ahogándola antes de que tenga la posibilidad de afirmarse, de rendir su nombre...

554 (Pág. 71 – 4)

No creo en la actividad, y sin embargo cuando me lanzo tras una empresa y la llevo a gusto, ¡qué satisfacción!

555 (Pág. 71 – 5)

30 de mayo. Ayer por la noche, antes de acostarme, vi con una precisión alucinante cómo la Tierra se reducía a un simple punto, tomando por así decirlo las dimensiones de un cero, y comprendí algo que desde siempre he sabido, que es inútil y ridículo empeñarse y sufrir -escribir sobre todo- acerca de un espacio tan minúsculo como irreal. Para poder hacer algo, para ser sin más, habría que tener la funesta capacidad de volverse exterior a los propios actos, de alejarse con el pensamiento fuera del planeta y del universo mismo.

556 (Pág. 71 – 6)

Sólo estimo a un espíritu en la medida en que está en desacuerdo con su época, igual que admiro a aquél que la abandona..., o mejor, que es traidor a su tiempo y a la historia.

557 (Pág. 71 – 7)


El ángel del Apocalipsis no dijo : “Ya no hay más tiempo”, sino: “Ya no hay más plazo”.
He vivido siempre con la sensación de que el tiempo está siendo roído desde dentro, siempre a punto de consumir sus posibilidades, carente de duración. Y esta carencia suya me ha colmado siempre de satisfacción y de espanto.
(a comentar)

558 (Pág. 71 – 8)

Curado de mi ansiedad, yo no tendría ya ni la consistencia de un fantasma.

559 (Pág. 72 – 1)

Mi voluntad enfermiza, paralizada..., ¡la de esfuerzos que no habré hecho yo para enderezarla, para obligarla a cumplir con su deber! Pero no, sólo atiende a su esencia, abocada a la fascinación de cualquier fuerza maléfica. No es ella misma, no sabe... querer. ¡Y cuando pienso que en más de una ocasión he hecho de ella el principio del mal, la fuente de todas las anomalías aquí abajo! Cualquier cosa me la tira por los suelos y me la neutraliza, desarmándola y dislocándola, cualquier cosa que venga del demonio.

560 (Pág. 72 – 2)

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