miércoles, junio 07, 2006

Fragmentos del 361 al 380

Los artículos sobre, los estudios y los libros sobre, siempre sobre algo, sobre otros autores, sobre sus obras, sus ideas..., levantamiento de actas amplificados, comentarios inútiles y mediocres. Porque aunque hayan sido notables, igual dá la cosa. Nada personal, nada original, todo de segundas. ¡Ay, mejor hablar sobre la nulidad que es uno antes que sobre el talento de los demás! Una idea que no sea pura, que no fluya de la fuente, no vale nada. Un espectáculo enojoso el de esa humanidad prestada, docta, cerebral, viviendo como parásitos del espíritu.

361 (Pág. 49 – 3)

El historiador de la filosofía no es un filósofo. Un conserje que se hace estas preguntas lo es más tiempo.

362 (Pág. 49 – 4)

Teniendo invectiva, el hombre hubiera debido atenerse a la carretilla. Todo perfeccionamiento técnico es nefasto y debe ser denunciado como tal. Se diría que el único sentido del “progreso” es contribuir al aumento del ruido, al reforzamiento del infierno.

363 (Pág. 49 – 5)

Juro no hablar nunca de cosas que desconozco, de no imporovisar por nada del mundo, de no ser indigno del sujeto del que se trate, de no llegar a desacreditarme a mis propios ojos.
(Juramento oido a la salida de una conferencia de M., particularmente superficial). El 20 de enro de 1960.

364 (Pág. 49 – 6)

Los franceses serían el pueblo más dichoso de la tierra si la vanidad no viniera a turbar esa felicidad.
La vanidad es el modo según el cual expiamos nuestra fortuna (la vanidad es el castigo de la felicidad).

365 (Pág. 49 – 7)

Renunciar a nuestras ambiciones conduce a menudo al pesar por lo que hemos renunciado; y esto es más grave que complacerse en ellas y cultivarlas. Es como si el hombre fuera capaz de cualquier cosa, salvo de alcanzar la sabiduría.

366 (Pág. 49 – 8)

Espantoso entumecimiento, como si me hallara por debajo del nivel de insensibilidad de la materia y mi espíritu hubiera muerto. En raras ocasiones he visto de cerca este lado de mí mismo, con el peso en la conciencia de una culpabilidad y un insigne deshonor. Cuando pienso en todos mis proyectos abandonados por pereza o por humor, me hace sentir como el peor desertor del mundo. No vivo impunemente en la idolatría de la tristeza.

367 (Pág. 50 – 1)

Como si el Tiempo se hubiera coagulado en mis venas...

368 (Pág. 50 – 2)

Limitate a emplear el tiempo en entretenerte, y preferiblemente con Dios. Destierra a los hombres de tus pensamientos, que nada exterior venga a turbar tu soledad, deja a los payasos la inquietud de tener semejantes. El otro te disminuye, porque te obliga a desempeñar un rol. Suprime de tu vida el gesto y confinate en lo esencial.

369 (Pág. 50 – 3)

Escribir:
- Un comentario sobre el Génesis.
- Sobre el tiempo: el problema de la autobiografía. San Agustín (G. Mish: Geschichte des Autobiographie).
- La experiencia del tiempo.

370 (Pág. 50 – 4)

La gloria se abalanza sobre el autor en el momento en que no tiene nada que decir. Consagra a un cadáver.

371 (Pág. 50 – 5)

Cada cual está preso en su propio juego, como si conociera su destino por instinto.

372 (Pág. 50 – 6)

Más original es un autor, más corre el riesgo de repetirse y fastidiar; cuando nos acostumbramos a sus trucos, está acabado. La verdadera originalidad desconoce sus medios y hace que un autor sea llevado por su talento, en lugar de dirigirle y explotarle.
Un espíritu ingenioso fue su talento, se puede decir que lo inventa. ¿No es ésta la definición del literato?

373 (Pág. 50 – 7)

En una obra, lo horrible debe exaltar; si crea un malestar, es porque es de mala calidad.

374 (Pág. 50 – 8)

Sólo me entiendo plenamente con aquellos que, sin ser creyentes, han atravesado una crisis religiosa que los ha dejado marcados para el resto de sus dias. La religión, en tanto que debate interior, es la única forma de atravesar, de perforar la capa de apariencias que nos separa de lo esencial.
375 (Pág. 50 – 9)

Ese “glorioso delirio” del que habla Teresa de Avila, para señalar una de las fases de la unión con Dios, al que me he acercado a veces ... ¡pero hace ya tanto tiempo!

376 (Pág. 51 – 1)

La ironía, privilegio de espíritus heridos. Todo propósito que se alza es testimonio de una secreta fractura.
Por si misma, la ironía es una confesión, o la máscara que la piedad toma prestada de uno mismo.

377 (Pág. 51 – 2)

Ese terrible proverbio: “Mientras el sabio reflexiona, también el loco piensa...”

378 (Pág. 51 – 3)

24 de febrero de 1960. Al escribir hoy mi nombre en un formulario, fue como si lo escribiera por primera vez, como si no lo reconociera. El día, el año de mi nacimiento..., todo me parecía nuevo, inexplicable, sin relación alguna conmigo. Los psiquiatras llaman a esto sentimiento de extrañeza. En todo cuanto a mí se refiere, necesito a menudo hacer un esfuerzo de identificación, un esfuerzo de adaptación penoso y humillante.
Postrado, desconcertado, disgustado ante la revelación de ser yo.

379 (Pág. 51 – 4)

La libertad es como la salud, carece de valor y no se tiene en cuenta hasta que se ha perdido. No puede, por lo mismo, constituir un ideal para aquellos que la poseen, ni una seducción. El mundo que se dice “libre” es un mundo vacío, por sí mismo.

380 (Pág. 51 – 5)

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