domingo, mayo 14, 2006

Fragmentos del 61 al 80

He pensado hoy, 20 de febrero de 1958, en el estado de putrefacción en que se encuentran mis amigos muertos y mi padre, y he soñado con mi propia putrefacción.

61 (Pág. 19 – 4)

Solo el trabajo podría salvarme, pero... no puedo trabajar. Mi voluntad fue golpeada ya en su nacimiento. Proyectos infinitos, quiméricos, desproporcionados para mis capacidades.
Cualquier cosa me anula, me invalida para siempre. Un maldito principio consustancial a mi sangre y a mi espíritu.

62 (Pág. 19 – 5)

No hay un solo tema que merezca que le dediquemos nuestra atención más que unos instantes. Para reaccionar contra esta certidumbre es por lo que he intentado transformar todas mis ideas en manías; es la única forma de hacerlas durar (a los ojos... de mi espíritu).

63 (Pág. 19 – 6)

Tengo al Caos por un simple juego de mi fisiología. ¡Destrozos de las entrañas! Esbozo de una teología muy especial.

64 (Pág. 19 – 7)

Yo no soy de aquí; condición de exiliado en sí; en ninguna parte estoy en casa (absolutamente desarraigado en todas partes).
El paraíso perdido..., mi obsesión en todo instante.

65 (Pág. 19 – 8)

¿Qué sería de mí, que haría yo sin las nubes? Paso la mayor parte de mi tiempo viéndolas pasar.

66 (Pág. 19 – 9)


24 de febrero de 1958


Desde hace unos días, vuelve a rondarme la idea del suicidio. A menudo pienso en él, es cierto; pero eso es una cosa y otra soportar su dominio. Acceso terrible de negras obsesiones. Imposible durar mucho tiempo así, por mis únicos medios. He agotado ya mi capacidad para consolarme.

67 (Pág. 19 – 10)

Córcega, Andalucía, Provenza..., este planeta no ha sido creado en vano.

68 (Pág. 20 – 1)

Su falta de talento rozaba la genialidad...

69 (Pág. 20 – 2)

Concebir ingentes proyectos dignos de un estafador o un explorador, y ser después abatido por la abulia, atacado (sin metáfora) en la raiz misma de la voluntad.

70 (Pág. 20 – 3)

Dolor de cabeza, indisposición del estómago (y todo en esta linea). Lo esencial puesto en peligro.

71 (Pág. 20 – 4)

Imagen de desmoronamiento. He aquí lo que veo de la mañana a la noche. Tengo todos los achaques del profeta, y ninguno de sus dones.
Y no obstante sé –con una intuición impetuosa, irresistible- que poseo si no las iluminaciones, en todo caso los destellos del porvenir. ¡Y qué porvenir, por dios!
Me siento contemporáneo de todos los terrores futuros.

72 (Pág. 20 – 5)

Mi enorme predilección por los naufragios.

73 (Pág. 20 – 6)

Lo tengo todo del epiléptico, salvo la epilepsia.

74 (Pág. 20 – 7)

¡Ataque de violencia sobrehumana, inhumana! Tengo a veces la impresión de que toda mi carne, todo lo que soy en cuanto materia se reducirá de repente un día en un grito cuyo sentido se le escapará a todos, salvo a Dios...

75 (Pág. 20 – 8)

Falso profeta: mis propias decepciones han naufragado.

76 (Pág. 20 – 9)

Lo único que me satisface es el fin del mundo... ¿Necesidad del terror o apatía infinita?

77 (Pág. 20 – 9)

He renunciado, entre otras cosas, a la poesía...

78 (Pág. 20 – 10)

Sean cuales fueren mis recriminaciones, mis violencias, mis amarguras, proceden todas de un descontento propio que nadie aquí abajo podrá padecer jamás. Horror de sí, horror del mundo.

79 (Pág. 20 – 11)

Lo que no puede traducirse en términos religiosos no merece ser vivido.

80 (Pág. 20 – 12)

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