sábado, septiembre 13, 2008

Fragmentos del 1561 al 1580

Un libro sólo es un acontecimiento para quien lo ha escrito. Para ahorrarse desengaños, más de un autor debería pensárselo bien y sacar sus conclusiones. Claro que, verdaderamente, si así lo hiciera tendría que dejar de escribir.

1561 (Pág. 187 – 7)

Me siento totalmente incapaz de un esfuerzo continuado tanto en el pensamiento como en la acción. Ningún obseso fué nunca tan dubitativo.

1562 (Pág. 187 – 8)

Lucrecio, Bossuet, Baudelaire..., ¿quién ha entendido mejor que ellos la carne, todo lo que tiene de podrida, de horrible, de escandalosamente efímera?

1563 (Pág. 187 – 9)

De repente me vienen a la cabeza todos los muertos que he visto, con su postrero e insoportable rostro, y veo también los rasgos de mis amigos cuando fallecieron, y me veo a mí mismo al principio y al final de ese macabro desfile. Tened piedad de nosotros, de todos nosotros..., vosotros, a los que ya no podemos llamar.

1564 (Pág. 187 – 10) (Pág. 188 – 1)

Mi drama es ser un ex-ambicioso. De vez en cuando aún distingo los coletazos de mis aspiraciones, de mis locuras de antaño. De hecho, no estoy curado del todo de mi pasado.

1565 (Pág. 188 – 2)

Insomnio.
“Cuando el pájaro del sueño viene a hacer su nido en mis pupilas, ve las pestañas y tiene miedo sus redes”. (Ben al-Hammara, poeta andalusí del siglo XII).

1566 (Pág. 188 – 3)

Por temperamento, soy un juerguista..., aunque mis enfermedades me han convertido en un “mártir”. Todos los días sufro el drama de esos instintos contrariados.

1567 (Pág. 188 – 4)

En los comienzos de nuestra era se acusaba a los judíos de ser cristianos, se les responsabilizaba de Jesús, del que, por lo tanto, habrían renegado; dos mil años despues, se les considera responsables de Marx, del cual dicen se les considera seguidores, bien está que cada vez menos, aunque por su causa vayan a tener que pagar tanto como antaño hicieran por Cristo.

1568 (Pág. 188 – 5)

Querer justificar un fracaso es minimizarlo y comprometerse.

1569 (Pág. 188 – 6)

Montaigne, un sabio, no tuvo seguidores; Rousseau, un histérico odioso, suscita aún discípulos.

1570 (Pág. 188 – 7)

He estado hablando durante dos horas, por miedo a tener que escuchar. ¡Que en el punto en que me encuentro, miserable y triste hasta la depravación, tenga que hacer el payaso!

1571 (Pág. 188 – 8)

Lo seductoras que me parecen esas personalidades con carácter que no han dejado obra, que no se han rebajado a escribir un libro.

1572 (Pág. 188 – 9)

Cuando esperamos a alguien que se retrasa, cada minuto que pasa lima su prestigio un poco más; al cabo de una hora ya no significa nada para nosotros, está endemoniado a nuestros ojos.

1573 (Pág. 188 – 10)


Si alguna vez el demonio toma posesión de mí, está claro que es una procrastinación [un aplazamiento].

1574 (Pág. 188 – 11)

Ser un fanático del laconismo, y querer ganarse la vida como escritor.

1575 (Pág. 189 – 1)

Cuando veo a X. y se nos mete en medio Y. sólo me quedan ganas de apartarme, de desaparecer sin dejar huella.

1576 (Pág. 189 – 2)

... Y sin embargo tengo cierto gusto por los destinos “arreglados”, por aquellos que poseen un gran estilo, tipo Byron. Es un rescoldo de mi pasión por la gloria de cuando tenía veinte años.

1577 (Pág. 189 – 3)

Envidiamos a quienes mejor conocemos, a aquellos que hemos frecuentado a menudo y cuyos éxitos deberían producirnos placer. Será por ello en toda amistad hay algo “podrido” y que no amanos verdaderamente a nuestros allegados más que en la medida en que son víctimas. En cuanto que dejan de serlo, les acechamos con recelo y ansiedad.

1578 (Pág. 189 – 4)

Tenía la joroba de la desgracia.

1579 (Pág. 189 – 5)

Nada nos torna más escépticos que la necesidad de tener que vivir en la duplicidad, de decirle “amén” a todo quisque y de asistir, de ese modo, al espectáculo de nuestra propia versatilidad. Todo hombre en situación subalterna, si quiere mantenerla, debe espantar a la verdad o, al menos, dudar de ella cuanto sea posible.

1580 (Pág. 189 – 6)

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