lunes, mayo 21, 2007

Fragmentos del 821 al 840

Se quiera o no, el sufrimiento existe; de no ser así, yo suscribiría íntegramente la idea de la vacuidad universal.

821 (Pág. 103 – 4)

23 de agosto.
Muerte de Rolland de Renéville. Ya he recalcado cómo la muerte se abate sobre aquellos que aman la vida. Lo lamento y, sobre todo, le voy a echar de menos. No puedo imaginar a nadie más francés y, al mismo tiempo, en posesión de una dimensión no-francesa (obsesión por el “misterio”, pasión por el ocultismo, etc.).

822 (Pág. 103 – 5)

Ni mi inteligencia, ni mis medios de expresión están a la altura de mi sensibilidad..., quiero decir, de mis tormentos.

823 (Pág. 103 – 6)

¡Si tuviéramos plena conciencia de lo que hemos sufrido y pudiéramos recordar nuestros pesares! ¡Nadie lo consigue, afortunadamente!

824 (Pág. 103 – 7)

A excepción del Adolphe y de Momentos recobrados, de Pascal y Baudelaire, la literatura francesa me produce la impresión de una serie de ejercicios. Todos esos escritores que nunca hacen sangre en nosotros, que son unos perfectos INUTILES.

825 (Pág. 103 – 8)

El gemido del viento en la chimenea me recuerda el paseo que hice por los moors, en Haworth, tras los pasos de Emily Brontë.
Y pienso en los moors de Cornualles. ¿Hay en el mundo desolación más fascinante?

826 (Pág. 103 – 9)

El viento, que compite ventajosamente con la música y la poesía...; me extraña que en las regiones donde sopla se busque un modo de expresión que no sea el suyo.

827 (Pág. 103 – 10)

La única utilidad de los entierros es que nos permiten reconciliarnos con nuestros enemigos.

828 (Pág. 104 – 1)

Mi tristeza..., un peso muerto que carga mi espíritu y entorpece mi desarrollo. ¡Dios, dónde no iría yo sin ella! Es la que me impide mirar hacia el futuro. Es un auténtico “pecado”, por que nos ata a lo irrevocable, al pasado, a tal o cual acontecimiento congelado por el tiempo.
Es preciso mirar hacia adelante, aunque el futuro sea la muerte.

829 (Pág. 104 – 2)

1 de septiembre.
Ayer y hoy he estado paseando solo por el campo durante horas. Únicamente caminar me libera de mis obsesiones. En cuanto que me tiendo y contemplo el cielo, la sensación de insignificancia general me anonada.

830 (Pág. 104 – 3)

Nada tengo que decir a la gente y lo que ellos me cuentan tampoco me interesa. Pese a todo, soy alguien sociable sin duda alguna, porque me animo en cuanto que me encuentro en compañía de otra persona.

831 (Pág. 104 – 4)

Sólo las naturalezas elegíacas son susceptibles de tener recuerdos. Sin embargo, es preciso además que los cultiven y que les complazcan. Viven en un encantamiento de recuerdos.

832 (Pág. 104 – 5)

Nada más estéril que llorar indefinidamente a los desaparecidos. Mirad el rostro de un muerto: no se ha ido todavía de nuestro mundo. Lo que pasa es que él mira hacia otra parte, se ha separado de nosotros.
Hay una deformación mórbida (y un punto cobarde) en la imposibilidad de olvidar. Esas penas interminables, como los recuerdos por otra parte, son signos de una vitalidad agotada. Demuestran en todo caso que quienes se dedican a ello han renunciado a tener la menor misión aquí abajo.

833 (Pág. 104 – 6)

4 de septiembre. He estado buscando hoy durante horas una definición del infierno, y no he encontrado ninguna satisfactoria. Es verdad que no se trataba de recurrir al infierno cristiano, sino a una experiencia personal, donde el diablo y Dios estuvieran ausentes.

834 (Pág. 104 – 7)

A pesar de Pascal, hay mucho más ingenio en los “entretenimientos” de lo que se piensa, a condición de que sean concertados, elegidos. Mirándolo bien, sólo me parecen estar en la verdad los espíritus frívolos con premeditación. Tiene la vida algo que no se tiene en pie, algo de cosa frágil y, lo que de hecho es más grave, que se escapa de la religión y la tragedia, culpables ambas de haber concedido demasiada importancia al hombre.

835 (Pág. 104 – 8) (Pág. 105 – 1)

Debía yo tener alrededor de dieciséis años cuando empecé a desconfiar de la vida. Que haya podido llegar a la cincuentena con disposiciones tan poco favorables a la ilusión, es algo que me pasma.

836 (Pág. 105 – 2)

Cuanto más leo –¡y anda que no leo!- más me convenzo de que “es así” que la “verdad” se escapa a todos esos libros que mi pereza devora. Porque la “verdad” hay que encontrarla en uno mismo, no en los demás. Pero en mí mismo sólo encuentro dudas y reflexiones acerca de esas dudas.

837 (Pág. 105 – 3)

Nunca me sentí más orgulloso de mí mismo que el día en que superé definitivamente mis ataques de indignación.

838 (Pág. 105 – 4)

[Me resulta fácil imaginar el desagrado con que los demás tienen que abandonar sus proyectos y deleitarse con el porvenir]
La desgracia juega en mí el papel de la ilusión: me sienta de lo más natural.

839 (Pág. 105 – 5)

Soy incapaz de tener amigos, por la sencilla razón de que he perdido todo “contacto vital” con los hombres. Pronto no serviré más que para la “conversación”. Y sin embargo, tendré que inventarme relaciones si quiero salir de este simulacro de existencia a que me he veo reducido.

840 (Pág. 105 – 6)

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