viernes, mayo 26, 2006

Fragmentos del 221 al 240

Yo soy un Mongol asolado por la melancolía.

221 (Pág. 34 – 9)

Domingo 17, Jardin des Plantes. Cada vez más fascinado por los reptiles. Los ojos de las serpientes pitones. Ningún animal más misterioso, más alejado de la “vida”. Nos remite constantemente al final del Caos. Sensación de hacer un salto hacia atrás, de reintegrarse a la eternidad.

222 (Pág. 34 – 10)

Tacito, mi historiador preferido.
No conozco nada más hermoso que la caida de Vitelio, Historias (paragrafos LXVII-LXVIII). “Nadie puede olvidar las vicisitudes humanas hasta el puinto de no conmoverse al ver semejante espectáculo: un emperador romano, no hace mucho maestro del mundo...”

223 (Pág. 34 – 4) (Pág. 35 – 1)

Felicidad sin atributo, por decirlo como en los manuales de Lógica.

224 (Pág. 35 – 2)

Vivo en una eternamente falta inspiración: ¿cómo asombrarse de que no me salga nada? Pero, ¿no es ese acaso el secreto de mi estirilidad?

225 (Pág. 35 – 3)

Todo se vuelve agrio en mis entrañas y en mi espiritu.

226 (Pág. 35 – 4)

Poseo una capacidad infinita para convertirlo todo en sufrimiento, o primero de agravar todos mis padecimientos.
Generación de dolores.

227 (Pág. 35 – 5)

Yo no avanzo con las verdades, sino con las convicciones a medias, las herejías sin consecuencias, que no hacen mal ni bien a nadie. Siempre seré un hombre sin discípulos y es mi intención no llegar a tenerlos. Nunca se está seguro de si se decide algo, de si se asume una actitud o de si se habla en nombre de los hombres o los dioses. Ni los unos ni los otros son mi tema. Estoy solo y no me planteo dejar de estarlo.

228 (Pág. 35 – 6)

Un vagabundo, al que estimo por sus taras y su desequilibrio, y que duerme al raso desde hace años, me decía el otro día: “Yo soy libre en grado sumo”.

229 (Pág. 35 – 7)

Quien se compadece, siente la misma piedad de Dios.

230 (Pág. 35 – 8)


27 de septiembre de 1959


De malestar en malestar, de enfermedad en enfermedad; ¿dónde voy? Sensación de radical impotencia ante todo. Despojado de nacimiento.

231 (Pág. 35 – 9)

El Mal es, de la misma forma que el Bien, una fuerza creadora. De los dos, en cambio, es el más activo. Pues con demasiada frecuencia el Bien holgazanea.

232 (Pág. 35 – 10)

Hubo un tiempo en que no pasaba día sin muchas horas de música o sin leer un poema. Ahora, la prosa ocupan ese lugar totalmente. ¡Qué perdida, que decadencia!

233 (Pág. 35 – 11)

El unico problema, mi corazón, ese monstruo.

234 (Pág. 36 – 1)

Neutralizar los efectos de la Creación.

235 (Pág. 36 – 2)

El menor acto representa para mí el problema de todos los actos; la vida se convierte siempre en Vida, lo cual complica hasta el sofoco el ejercicio de la inspiración.

236 (Pág. 36 – 3)

Encolerizado de la mañana a la noche. Me peleo con los tenderos, con todo el mundo. Y tras cada escándalo, la sensación de humillación. Reacciones de individuo “odioso”, y , en consecuencia, a disgusto consigo mismo.
Todo aquel que vende algo me pone fuera de mí.

237 (Pág. 36 – 4)

Tras una noche en blanco, el cigarrillo tiene un sabor fúnebre.

238 (Pág. 36 – 5)

Soy un escritor que no escribe. Sensación de prevaricar contra mis desvelos, contra mi “destino”, de traicionarlos, de malgastar mi tiempo.
Opresión. Certidumbre de ser un ignorado.

239 (Pág. 36 – 6)

En mis momentos “de epilepsia”, me siento engañosamente cercano a San Pablo. Mis afinidades con los violentos, a todos los cuales detesto. ¿Alguien ha deseado alguna vez tanto como yo parecerse más a sus enemigos?

240 (Pág. 36 – 7)

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