lunes, mayo 15, 2006

Fragmentos del 181 al 200

Ningún hastío tan vitriolico como el mío. Todo aquello sobre lo que pongo la mirada se desfigura para siempre. Mi estrabismo se contagia a las cosas.

181 (Pág. 30 – 7)

Un tratado de medicina de la época de Hipócrates lleva por título: “De las carnes”. He aquí un libro que me resulta cercano, y que podría escribir con total subjetividad.

182 (Pág. 30 – 8)

“Weltlosigkeit” [literalmente, “estar ausente del mundo”]. Otra palabra que me resulta querida, intraducible como todos los términos extranjeros que me seducen y colman).

183 (Pág. 30 – 9)

Algunas mañanas, medio dormido, a rastras con el día, me parece entender mi nombre en boca de los paseantes, llevado por el aire. Hoy, 28 de noviembre, en la oficina de correos, calle de Vaugirar, una vieja telefoneaba y entendí: Cioran. Hablaba de mí. Es ridículo y terrible. ¡Qué sintoma!

184 (Pág. 30 – 10) (Pág. 31 – 1)

Se encuentran todavía personas que me creen “utilizable”; ¡y no, no salgo de mi asombro!

185 (Pág. 31 – 2)

No hay locos en mi familia; de lo contrario, no podría vivir con ese canguelo.

186 (Pág. 31 – 3)

Un escéptico y un entusiasta a la vez...

187 (Pág. 31 – 4)

Eternizarse en un equilibrio inestable.

188 (Pág. 31 – 5)

Poseo la sensación de la nada, pero no la de humildad. El sentimiento de la nada es opuesto a la humildad.
No es humilde aquel que se aborrece.

189 (Pág. 31 – 6)


8 de diciembre de 1958


Señor, ¡tened piedad de mi esterilidad, sacudid mi espírutu ausente, ayudadme en este momento extremo de abandono y embotamiento!

190 (Pág. 31 – 7)

Un angel débil y desalentado, paralizado por los remordimientos de su caída.

191 (Pág. 31 – 8)

Sólo me redime la obsesión de mi decadencia y la voluntad de escapar de ella.

192 (Pág. 31 – 9)

La piedad, ese vicio de la bondad.
La piedad o la bondad como vicio...

193 (Pág. 31 – 10)

La descortesía de ser “profundo”.

194 (Pág. 31 – 11)

Hubo un tiempo en que, creyéndome el ser mas normal de cuantos han existido, tuve miedo, y me pasé todo un invierno leyendo estudios de psiquiatría.

195 (Pág. 31 – 12)

Vivir como eterno pedigüeño, mendigar a la puerta de cada instante, humillarme hasta para respirar. ¡Un destituído del aliento!

196 (Pág. 31 – 13)

Actúo como los pintores; diseño, quiero decir, escribo los contornos de un texto. Después, relleno, procedo por capas sucesivas, lo cual entraña necesariamente contradicciones, incompatibilidades, disparates. Es un riesgo a correr, y lo acepto.
Pero un espíritu coherente, ¿qué hace? Coloca una definición y no se permite desistir; viola el problema del que trata, lo tortura, en todo caso; la lógica gana, va sufriendo la vida. Después también, acepta sus riesgos.

197 (Pág. 31 – 14) (Pág. 32 – 1)


12 de enero de 1959


Muerte de Susanna Socca [Ver “Ella no está aquí”, en Ejercicios de admiración]

198 (Pág. 32 – 2)

I am not sorrowful but I am tired [No estoy triste, estoy cansado
Of everythin that I ever desided. de todo lo que siempre deseé]

¡Cuantas veces, dioses del cielo, no me habré repetido estos versos de Dowson! Mi vida está llena de ellos.

199 (Pág. 32 – 3)

Voluptuosidad de lo inacabado, o mejor, de lo no-intentado, de lo no-comenzado.

200 (Pág. 32 – 4)

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