martes, agosto 18, 2009

Fragmentos del 1801 al 1820

Lo que más nos gusta en París (*) es asistir a la caída de un hombre.

(*) ¿Porqué sólo en París? He aquí una de las características fundamentales de la naturaleza humana.

1801 (Pág. 213 – 4)

Nadie es modesto, porque nada se hace modestamente. El orgullo de la derrota.
Sobre su frente llevaba los estigmas del éxito.

1802 (Pág. 213 – 5)

Vergüenza, vergüenza, vergüenza. Disputa con un comerciante, a propósito de una bombona de butano. Le amenazo, me enfurezco de tal forma que no puedo gesticular palabra, grito, tiemblo. Y tan desatado estoy que ni alcanzo a contemplarme, a “ser consciente” de mi estado, contrariamente a lo que me sucede en mis cóleras habituales, en las que me veo salirme con la mía.
Pero bien sé lo que me ha puesto fuera de mí: ese comerciante al que detesto desde hace mucho, aunque no me lo haya topado más que tres o cuatro veces en total, a ese comerciante, le noté contento de no darme la razón.

1803 (Pág. 213 – 6)

La desaparición de los animales, mejor dicho su liquidación, es un acto de una gravedad sin precedentes. Su verdugo ha invadido literalmente el paisaje. Ya no hay sitio más que para él. ¡Qué tristeza ver a un hombre ahí donde podría contemplarse a un caballo!

1804 (Pág. 213 – 7)

Si los aztecas practicaron el sacrificio humano fue para apaciguar a los dioses, a los que se ofrecía sangre a fin de que impidieran que el universo se sumergiera en el caos.
¡Estos precolombinos, creyendo con razón que era necesaria una operación contra natura, repetida a diario, para que la naturaleza no se dislocara y viniera abajo!
…En lo que a mí respecta, no puedo creer en las “leyes”; el universo no subsiste más que por una intervención sobrenatural. Llega el final de un período cósmico, y esa intervención, una vez concluída, el mundo se deshace en el acto.

1805 (Pág. 214 – 1)

Ahogado en el fracaso…

1806 (Pág. 214 – 2)

Una religión no está viva más que durante la elaboración de sus dogmas. No se cree realmente hasta mucho tiempo después de se ignore en qué se debe creer exactamente.

1807 (Pág. 214 – 3)

La injusticia…, asentamiento del mundo. La injusticia es la base de este mundo. Sin ella, me pregunto que habría de sólido y duradero aquí abajo.

1808 (Pág. 214 – 4)

La amargura de las entrañas.

1809 (Pág. 214 – 5)

Hace falta mucho coraje para hacer frente a la primavera.

1810 (Pág. 214 – 6)

Me siento extraordinariamente cercano al byronismo ruso, desde Petchorine a Stavroguine.

1811 (Pág. 214 – 7)

He escrito a Armel Guerne, a propósito de La caída en el tiempo: “Mis dudas no han podido deberse a mis automatismos. Sigo ejecutando gestos a los cuales me es imposible adherirme. El drama de esta insinceridad impregna el fondo mismo de mi opúsculo”.

1812 (Pág. 214 – 8)

En París, suelto gemidos tan gratuitos como los de mis paisanos en mi país. Esos suspiros milenarios, esos suspiros de siempre.

1813 (Pág. 214 – 9)

El aciago demiurgo
Este mundo no puede ser obra más que de un demiurgo sospechoso, e incluso aciago.

1814 (Pág. 214 – 10)

“A finales del siglo XII algunos partidarios del dualismo moderado en Italia creían que tras haber dado forma a Eva, el mismo demonio se acostó con ella, y que Caín fue el hijo de ambos; de esa misma sangre nacieron los perros, cuya cariñosa fidelidad hacia los hombres viene a probar su orígen humano. .” (C. Smidt, Historia y doctrina de la secta de los Cátaros o Albigenses, Paris, 1849, T. II, p. 69).

1815 (Pág. 214 – 10) (Pág. 215 – 1)

Según un escrito maniqueo, la cólera es la raíz del arbol de la muerte.

1816 (Pág. 215 – 2)

Nadie más apto que yo para comprender los cimientos de la maldición.

1817 (Pág. 215 – 3)

Las abdicaciones del cerebro.

1818 (Pág. 215 – 4)

No soy el mártir de una causa, soy el mártir del ser.
El puro hecho de ser como factor de sufrimiento.

1819 (Pág. 215 – 5)

¿De qué sufrís? – De estar aquí o allá, de estar no importa dónde.

1820 (Pág. 215 – 6)

1 comentario:

Fedelasherino dijo...

Estimado, se extrañaban sus posts...
Sigo ansiosamente este blog. Estoy editando el contenido para luego poder imprimir este libraco, ya que tuskets solo editó unas 250 paginas de "Cuadernos".

saludos desde Mendoza. Argentina.

Federico, un fiel y ferviente segidor de Cioran.